1. Te dejas las llaves puestas en la moto y subes a casa. Media hora después de repente te viene un flashback y bajas corriendo a la calle rezando para encontrar tu moto en la acera. Sermón de tu novia sobre las consecuencias de fumar petas is coming.
2. Enciendes el cigarro de tabaco como si fuese un porro. ¡Qué más da!
3. Te quedas sentado en el borde de la cama mirando fijamente a la pared (y además un buen rato) como si estuvieses meditando sobre la vida y la muerte.
4. Reconoces a cualquier fumeta aunque no lo parezca "a simple vista".
5. La frase que te caracteriza es la de ”¡pero qué te has fumaoo!”
6. Sabes perfectamente diferenciar un cigarro de liar de un peta.
7. Eres el primero que suelta “aquí huele a porro”. Tu madre te mira del plan “y este como sabe que huele a eso”.
8. En tu vocabulario el chocolate ya no es más “chocolate”.
9. El suelo de tu habitación parece el de un pesebre.
10. Tu madre te pregunta qué haces acumulando tarjetas de metro agotadas en tu cartera.
El que más puntos acumule, ¡paga una ronda de birras!